Gissela B. tiene 29 años y vive en el barrio Bonanza en Calderón. Tiene 3 hijos de 14, 10 y 4 años que viven junto a ella y su madre. Ha sido comerciante toda su vida y se moviliza para trabajar por la ciudad y otras provincias en una motocicleta que compró con sus ahorros.
A inicios de noviembre, como todos los días, salió a trabajar a las 7 de la mañana después de compartir el desayuno con su familia. Ese día era el cumpleaños de su hijo menor y su plan era regresar temprano a casa para prepararle su comida favorita en su día especial. Pero mientras Gissela iba a su trabajo, se le bajó una llanta de la motocicleta, por lo que se subió a una vereda para bajarse a revisar, se quitó el casco y cuando iba a agacharse, no se dio cuenta en qué momento, fue embestida por la espalda. Es lo último que recuerda dice, ni si quiera alcanzó a revisar la llanta.
Después solo veía luces y escuchaba a lo lejos una sirena y voces que le decían que le iban a cortar la ropa para ver cómo estaba su pierna. Alguien le sujetó la mano y le dijo: tranquila, la ambulancia ya está aquí, te atropelló un taxi. Luego más luces y silencio, hasta que despertó dos días después en terapia intensiva.
Ella fue llevada por una ambulancia al Hospital General Docente de Calderón, en donde debido a la gravedad de sus heridas tuvo que ser intervenida quirúrgicamente. Tenía múltiples contusiones, fracturas en tibia, peroné, en el fémur y además una hemorragia masiva que estaba a punto de quitarle la vida. Los especialistas en Traumatología que recibieron a Gissela, llamaron de emergencia a Cirugía Vascular, quienes se encontraban en el quirófano de al lado atendiendo otro caso y en equipo, lograron detectar que había perdido una parte importante de la arteria ilíaca, además de tener un corte en la arteria tibial posterior.
Toda la pérdida de sangre que había tenido hasta el momento por el accidente, les daba pocos minutos de acción por lo que tuvieron que transfundirle 7 unidades de sangre y 4 unidades de hemoderivados, además de reconstruir y reparar las arterias para detener la hemorragia y restaurar la circulación sanguínea en la pierna. Posteriormente los traumatólogos colocaron clavos e inmovilizadores en la pierna para poder salvar la extremidad y así con trabajo en equipo, evitar la amputación para esta mujer trabajadora.
“Fue una cirugía muy compleja de varias horas”, señala el doctor Gabriel Buitrón, cirujano vascular del HGDC y recalca: “el tiempo que tiene un especialista desde que una arteria es cercenada, es de 3 a 6 horas después del corte, tiempo en el cual si es que no se reconstruye, se pierde la extremidad y hubiera tenido que ser amputada, o en el caso de que la hemorragia continúe al no tener atención inmediata por el corte de sus arterias, la paciente hubiera fallecido en el lapso de minutos por la pérdida masiva de sangre”.
Así, tras permanecer varios días en cuidados intensivos, Gissela despertó y con analgésicos le ayudaron a controlar el dolor. Fue trasladada a Hospitalización de Cirugía en donde permaneció varias semanas, para monitorear el restablecimiento de la circulación sanguínea, el funcionamiento de las inmovilizaciones de traumatología y la evolución de su salud. “Ella tenía muy malas condiciones cuando llegó pero pudimos actuar rápidamente y salvarle la vida para que pueda seguir junto a sus hijos” acotó el Dr. Buitrón.
A inicios de diciembre tras 21 días hospitalizada, recibió el alta para ir a continuar su recuperación en casa. Se puso de pie y dio sus primeros pasos, ella comenta que fue un dolor insoportable, pero entre sonrisas dice que pronto cumplirá 30 años y aunque regresar a la normalidad será un proceso largo, ya que ha pasado mucho tiempo en cama inmovilizada y a pesar de que deberá ir a rehabilitación de manera continua y a controles periódicos con Traumatología y Cirugía Vascular, está segura que va retomar su vida normal algún día.
“Voy a escribir un libro de todo lo que me ha pasado… Me encanta vender, conocer personas, ir de un lado para otro y plantearme retos. Ahora que tuve el accidente es cuando por fin me quedo quieta en casa, siempre he sido independiente y me gusta salir a trabajar, pero soy fuerte y voy a salir adelante por mis hijos. Esta situación ha cambiado mi forma de ver la vida y ahora la prioridad es mi familia. Cada segundo con ellos cuenta. La atención en Calderón ha sido maravillosa, gracias a Ustedes estoy aquí y me seguirán viendo para mis controles y también para salir adelante.” señala Gissela, mientras el personal de Enfermería le realizan la curación de sus heridas de la cirugía.
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