Voluntarios del Hospital General Docente de Calderón colaboraron en la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto
Christian Urquía Valencia participó como voluntario en las provincias afectadas por el terremoto del pasado 16 de abril. Él es parte del personal del Hospital General Docente de Calderón desde septiembre del 2015, como enfermero del área del Hospital del Día, tiene además una especialidad en Instrumentación Quirúrgica y cuenta con 11 años de experiencia.
Junto a siete profesionales más de esta casa de salud y provisiones alimenticias y médicas se trasladó hacia las zonas afectadas. Cuenta que al llegar el paisaje fue desolador, ya que por la devastación del sismo el aeropuerto había perdido su torre de control y tampoco poseía energía eléctrica, por lo que la única iluminación que tuvieron en ese momento fue las luces del avión de la FAE en el que iban y de una camioneta que mantenían prendida para iluminar la pista. Tuvieron que pernoctar varias horas en el aeropuerto hasta ser recogidos por personal de los hospitales del MSP para llevarlos a su lugar de apoyo.
A las 7 de la mañana se realizó la organización del personal existente, inmediatamente el equipo del HGDC fue dividido en 2 grupos, los especialistas remitidos al Hospital Verdi Cevallos de Portoviejo y los médicos generales enviados a poblaciones cercanas a Pedernales. “No queríamos separarnos porque deseábamos apoyarnos en equipo, pero estábamos conscientes de que la ayuda se necesitaba en todas partes y que profesionalmente debíamos estar en donde fuera necesario” señaló.
Christian Urquía y Gonzalo Checa, ambos instrumentistas del Hospital General Docente de Calderón fueron asignados al área de Emergencia y Quirófano del Hospital ya que existía gran número de cirugías por traumas, aplastamientos y contusiones. Como primer paso junto a la jefa de quirófano, realizaron una inspección de las instalaciones de quirófanos para verificar sus condiciones de operación y la seguridad de la infraestructura, previo a realizar procedimientos. Comenta que había personal del Hospital encargado de montar el área de Emergencia en los parqueaderos de esta unidad de salud bajo carpas, por temor a nuevas réplicas y por seguridad de los usuarios.
El Lcdo. Urquía señala que al estar allá, cuando existían las réplicas tenían temor de sentir el temblar la tierra, pero al ver a los pacientes y sentir la ayuda que les brindaban para salvar su vida, el miedo quedaba a un lado y continuaban las cirugías. Con tristeza cuenta, que tuvieron el caso de un niño de 4 años en quirófano al que tuvieron que intervenir y solicitaron al personal de salud localizar a los padres para darles indicaciones. En esos momentos, se acercó el hermano mayor del niño, otro niño de 11 años, quien informó a los enfermeros que sus padres y el resto de su familia habían muerto y que él cuidaría a su hermano menor. Christian comenta que esta realidad le causó un gran impacto, pero esa historia le impulsó a vencer el cansancio y continuar atendiendo a pacientes, para que menos familias pierdan a sus integrantes.
Él recuerda que la familia de Christian estuvo permanentemente en contacto y trataron de estar pendientes, lo cual fue sumamente difícil ya que las operadoras telefónicas colapsaron, por lo que únicamente se podía reportar por mensaje de texto, al igual que con el equipo del Hospital en Quito.
Con las personas que llegaron voluntarias de otras provincias y hospitales, señala que existió un amplio sentido de colaboración. Resalta que había especialistas de muchos hospitales, entre ellos del Eugenio Espejo y Enrique Garcés, cuyas áreas no tenían pacientes, sin embargo todos deseaban ayudar y actuaban en varias ramas de la salud para atender usuarios. Así lograron abrir 4 quirófanos en el Hospital y colaborar también en la Emergencia, e inclusive, Christian junto al equipo del HGDC asistieron en una cesárea de Emergencia.
El retorno fue realizado en un camión hasta el aeropuerto hasta el Hospital, con un sentimiento de impotencia ya que habían completado el lapso de tiempo del voluntariado, pero querían quedarse ayudando. Posteriormente, el vuelo en un avión de la FAE hasta Quito en donde fue recibido por su familia. Señala que se siente contento de haber podido prestar su contingente profesional y se siente muy comprometido con su trabajo y con lo que logró alcanzar en Portoviejo.
Mientras el equipo de especialistas y enfermeros del Hospital se desempeñaba en Manabí salvando vidas, los funcionarios en Quito realizaron generosas donaciones de víveres y más de 600 galones de agua para los afectados, los cuales fueron canalizados a través del MIES para hacerlo llegar a los damnificados del sismo.
Este es una de las tantas historias del trabajo realizado por el personal del Ministerio de Salud Pública en las zonas de desastre, que demuestra que salvar vidas es el motor que impulsa esta noble labor, principalmente en situaciones de crisis. Sin duda el trabajo ha sido extenso y agotador para todos los equipos de respuesta, socorristas, médicos, voluntarios nacionales e internacionales y funcionarios, que deja como resultado trabajo en equipo y colaboración desinteresada.
Gracias Ecuador por tanto, su colaboración aún es importante.
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